AUSTRALIA
2006
En
las antípodas. Alejados del mundo, de cualquier parte habitable, en
un rincón del planeta, allí, donde no todos conocen, se disputó el
tercer gran premio de la temporada 2006.
La
segunda de varias victorias ese año, contra el todopoderoso alemán
de Ferrari, del imperio rojo, que había vuelto tras un 2005
frustrante con una sola victoria, pero rara, que a nadie gustó.
El
color amarillo y azul comenzaba a ser conocido en todo el mundo, unos
colores que viajaban rápido por los circuitos, un coche potente y
equilibrado conducido por unas manos todavía más equilibradas, que
rozaban la perfección habitualmente y siguen rozándola.
Un
rey que quería consagrarse, cuyo nombre ya era conocido, todos le
miraban, todos querían ser como él y como sus manos, realmente
hábiles. El gp de Australia 2006 fue una carrera llena de choques,
de incidentes, de adelantamientos, de luchas y de líder. Uno líder
sólido que no tardó demasiado en tomar el mando en unas pocas
vueltas y que tiró a muerte fácilmente abriendo cada vez más hueco
con sus perseguidores.
Aunque
la pole había sido del británico Button poco le iba a durar, unas
vueltas solamente. Mientras Massa aparcaba violentamente su coche en
la salida de la primera curva, un español intentaba dar caza al
líder de la carrera, por detrás de él, el que había sido su mayor
rival el año anterior seguía acechándole, seguía persiguiéndole,
ansioso por lograr lo que le habían quitado las averías mecánicas
y unas manos tan hábiles como las suyas.
Vuelta
a vuelta se construyó un colchón que sólo se vio reducido por
varios coches de seguridad, el primero ya mencionado, por culpa de
Massa. El heptacampeón del mundo también aparcó su Ferrari
violentamente no lejos de donde su compañero. En la recta de meta,
tras la última curva, salía demasiado rápido de esta, la grava
desestabilizaba su coche y terminaba la carrera de manera humillante
y accidentada.
Nada
podía hacer él, a saber qué cosas le rondarían la cabeza al
carismático Schumacher pero se metió en un box que no era el suyo y
daba la sensación de que la cabeza le daba vueltas después del
choque.
El
compañero del líder del mundial, de Alonso, a lomos del mismo
coche, perdido en la clasificación por culpa de que su coche no
arrancara cuando debía. Su ingeniero recitándole “Alonso con el
mismo coche es más de un segundo más rápido, hay que conseguir más
velocidad”. Una frase que te rompe los esquemas y te dan ganas de
estrellar el coche contra tu ingeniero, pero la puñetera realidad.
Mientras
su compañero se paseaba por el circuito administrando la distancia
cómodamente con el segundo, él se peleaba sin coger puntos aunque
poco a poco escalaría posiciones hasta terminar quinto aunque a 40
segundos de su compañero.
Kimi,
que partía cuarto, era virtualmente tercero cuando el italiano
Fisichella no pudo hacer otra cosa que salir de boxes. Rápidamente
intentó adelantar a Fernando, pero ojo, no iba a ser tan sencillo,
tan complicado como que no lo logró en las casi 60 vueltas de gran
premio, pero logró una meritoria segunda posición, por delante de
un desconocido Ralf Schumacher con otra aún más desconocida Toyota.
Montoya,
que ya en la vuelta de calentamiento cruzó el coche a la entrada de
la recta de meta, tuvo que abandonar en la vuelta 46 por problemas
eléctricos. Un fantástico y rápido Jenson Button no pudo
materializar en victoria la pole y ni pudo terminar, qué pena para
el británico, que rompía su motor en las narices de otro coche
dejándole una bonita vista nublada hasta que podía aparcarlo en el
muro de boxes.
La
segunda de muchas, el segundo mundial, año de destreza y de
tensiones, año de alegrías y de despedidas aunque sólo pasajeras.
El año de la consagración.
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