jueves, 22 de enero de 2015

Relatos F1, décima parte.

AUSTRALIA 2006

En las antípodas. Alejados del mundo, de cualquier parte habitable, en un rincón del planeta, allí, donde no todos conocen, se disputó el tercer gran premio de la temporada 2006.

La segunda de varias victorias ese año, contra el todopoderoso alemán de Ferrari, del imperio rojo, que había vuelto tras un 2005 frustrante con una sola victoria, pero rara, que a nadie gustó.

El color amarillo y azul comenzaba a ser conocido en todo el mundo, unos colores que viajaban rápido por los circuitos, un coche potente y equilibrado conducido por unas manos todavía más equilibradas, que rozaban la perfección habitualmente y siguen rozándola.

Un rey que quería consagrarse, cuyo nombre ya era conocido, todos le miraban, todos querían ser como él y como sus manos, realmente hábiles. El gp de Australia 2006 fue una carrera llena de choques, de incidentes, de adelantamientos, de luchas y de líder. Uno líder sólido que no tardó demasiado en tomar el mando en unas pocas vueltas y que tiró a muerte fácilmente abriendo cada vez más hueco con sus perseguidores.

Aunque la pole había sido del británico Button poco le iba a durar, unas vueltas solamente. Mientras Massa aparcaba violentamente su coche en la salida de la primera curva, un español intentaba dar caza al líder de la carrera, por detrás de él, el que había sido su mayor rival el año anterior seguía acechándole, seguía persiguiéndole, ansioso por lograr lo que le habían quitado las averías mecánicas y unas manos tan hábiles como las suyas.



Vuelta a vuelta se construyó un colchón que sólo se vio reducido por varios coches de seguridad, el primero ya mencionado, por culpa de Massa. El heptacampeón del mundo también aparcó su Ferrari violentamente no lejos de donde su compañero. En la recta de meta, tras la última curva, salía demasiado rápido de esta, la grava desestabilizaba su coche y terminaba la carrera de manera humillante y accidentada.

Nada podía hacer él, a saber qué cosas le rondarían la cabeza al carismático Schumacher pero se metió en un box que no era el suyo y daba la sensación de que la cabeza le daba vueltas después del choque.

El compañero del líder del mundial, de Alonso, a lomos del mismo coche, perdido en la clasificación por culpa de que su coche no arrancara cuando debía. Su ingeniero recitándole “Alonso con el mismo coche es más de un segundo más rápido, hay que conseguir más velocidad”. Una frase que te rompe los esquemas y te dan ganas de estrellar el coche contra tu ingeniero, pero la puñetera realidad.

Mientras su compañero se paseaba por el circuito administrando la distancia cómodamente con el segundo, él se peleaba sin coger puntos aunque poco a poco escalaría posiciones hasta terminar quinto aunque a 40 segundos de su compañero.

Kimi, que partía cuarto, era virtualmente tercero cuando el italiano Fisichella no pudo hacer otra cosa que salir de boxes. Rápidamente intentó adelantar a Fernando, pero ojo, no iba a ser tan sencillo, tan complicado como que no lo logró en las casi 60 vueltas de gran premio, pero logró una meritoria segunda posición, por delante de un desconocido Ralf Schumacher con otra aún más desconocida Toyota.

Montoya, que ya en la vuelta de calentamiento cruzó el coche a la entrada de la recta de meta, tuvo que abandonar en la vuelta 46 por problemas eléctricos. Un fantástico y rápido Jenson Button no pudo materializar en victoria la pole y ni pudo terminar, qué pena para el británico, que rompía su motor en las narices de otro coche dejándole una bonita vista nublada hasta que podía aparcarlo en el muro de boxes.


La segunda de muchas, el segundo mundial, año de destreza y de tensiones, año de alegrías y de despedidas aunque sólo pasajeras. El año de la consagración.


No hay comentarios:

Publicar un comentario