miércoles, 11 de febrero de 2015

Relatos F1, duodécima parte.

ESPAÑA 2006

El español Fernando Alonso llevaba años buscando la victoria en su país, en el circuito de Montmeló, un circuito permanente que lleva acogiendo la carrera de Fórmula 1 desde años décadas y que siempre es un hervidero de sensaciones y de emociones encontradas.

El año anterior, el primero en el que Alonso contaba con un coche ganador de verdad, no consiguió la victoria por detrás de un veloz Raikkonen que se impuso con soltura.

Pero un año después, el año en el que se sitúa esta historia, todo sería distinto, todo cambiaría, las circunstancias de la carrera y el buen hacer del español le llevarían a lo que había estado buscando durante años, aquello por lo que un piloto puede estar orgulloso de hacer en el gran circo, aquello por lo que muchos luchan pero no todos consiguen.



El fin de semana de la carrera se presentaba emocionante y relativamente tranquilo para Renault y Alonso, que habían estado dominando la temporada hasta entonces.

El rival esta vez era Ferrari y Michael Schumacher, que venía de hacer un mundial muy cuestionado e irregular en el que sólo ganó una vez pero fue una victoria que no tuvo ningún efecto en el mundial.

Este año todo estaba más igualado entre las escuderías punteras o al menos entre Ferrari y Renault, si bien la escudería francesa le había ganado la partida a la italiana hasta ahora, nunca hay que subestimar a los de Maranello.

El sábado el asturiano se plantó en la primera posición, batiendo récord de la sesión uno detrás de otro, siendo el más rápido, con una conducción tranquila y muy regular en la que consiguió estar en la primera posición sin demasiados problemas.

Su compañero Fisichella se coló en el segundo puesto, dando la primera línea a Renault por algo más de tres décimas sobre el Ferrari más adelantado, Michael, en la tercera posición. Massa consiguió el cuarto puesto y permitió a las dos escuderías más fuertes del mundial copar los cuatro primeros puestos.

En la salida un rápido Fisichella intentó robarle la cartera a Fernando pero este le cerró la puerta y a partir de la curva dos se vio como Alonso comenzó a tirar como un poseso para lograr ventaja suficiente en la primera parada.

Cuando llegó el momento de esta el alemán Schumacher le robó el segundo puesto a Fisichella, que había estado haciendo de tapón hasta entonces en la distancia, una posición que no volvió a recuperar.

Michael nunca consiguió acercarse a Fernando lo suficiente para poder poner en peligro su posición de victoria a pesar de que lo intentó. Alonso tenía ese domingo una fuerza que le empujaba en cada curva, que gritaban su nombre, que agitaban emocionado la bandera de Asturias y de Renault, un color azul predominante que llevaba dos años ganándole el terreno al rojo Ferrari y a las banderas italianas.

Durante la carrera, ocurrieron algunos sucesos como el medio trompo de Montoya en la primera quincena de vueltas que podía haber sido situación de Safety Car pero al final los comisarios, valientes mientras los coches pasaban a sólo unos metros de ellos veloces, acudieron a retirar el coche del colombiano.

La salida de pista en las primeras vueltas de un Midland o el choque entre los dos Toyota más avanzada la carrera que provocó un susto puntual pero nada más que eso.


La carrera fue para Fernando un sprint de 66 vueltas en el que iba a tirar sin descansar hasta conseguir lo que llevaba años buscando, con lo que soñaba a parte de ser el campeón del mundo, con aquello sin lo que no podía irse de la competición dentro de muchos años, aquello que le debía a los aficionados por su fe incondicional en él, aquello especial y único, ser ganador del gran premio de su país, ante su gente, escuchar su himno y levantar la copa victorioso ante una grada principal que rebosaba de gente que gritaba su nombre, el nombre de un campeón.


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