miércoles, 11 de marzo de 2015

Previo temporada 2015: Australia.

Cierra los ojos. Coge aire. La aventura en la que estamos a punto de embarcarnos no es una cualquiera, es algo único, es una montaña rusa, es frenesí en cada segundo, emociones a flor de piel. Esto no es apto para aquellos que no son valientes.


Comenzamos.




Estás rodeado de stands, de puestos de merchandising, puedes ver gorras negras, blancas, plateadas, puedes ver productos de muchos equipos, gente que los compra, otros sólo miran, un niño le pide a su padre una de color rojo, la tradición nunca se pierde, nunca se abandona.

Miras hacia abajo, tus pies se encaminan firmes, directos, no vacilan, recto, hacia unas escaleras que se adentran hacia un lugar ligeramente oscuro. Hay personas que están haciendo lo mismo que tú. Miras el reloj, 30 minutos. Piensas que podrías curiosear más pero decides que quieres sentarte y observar las vistas.

Subes rápidamente las escaleras, oteas tus alrededores, ves tu asiento pero tendrás que andar un poco más. Después de haberlo hecho ya sudas, hace mucho calor, pero merece la pena. Merece la pena haber pagado para tener derecho a llevar ese trozo de plástico colgado de tu cuello.

Te sientas, hay gente levantada, otros vienen y van, una persona saca una cámara fotográfica de las buenas, otros digital, tú, buscas en tu mochila y la ves preparada para la acción.

15 minutos, los ves delante de ti, tú sabes que estás nerviosos, no lo quieren demostrar, no están hechos para demostrarlo, están hechos para ganar, cualquier otra cosa es una derrota, ya lo dijo un grande “El segundo es el primero de los perdedores”, mucha razón tenía ese hombre.

Decides hacer unas cuantas fotos de lo que ves delante de ti, las instalaciones, los coches, algunos pilotos, los cuales aún no tienen ni el casco puesto.

Los segundos vuelan demasiado rápido. Señal de 3 minutos. La tensión se puede cortar, la mayor parte de la gente está sentada por no decir todos, mayoritariamente hay silencio. Todos miran a sus ídolos con ojos que no pestañean.

Todos se han ido, ingenieros, mecánicos, sólo ellos. Sólo los valientes. Hay que estar loco para hacer esto o con palabras más vulgares como decía el actor que hacía de Niki Lauda en “Rush”, una gran película por cierto.

Salen, lentos, vuelta de formación. La gente se ha vuelto a levantar, están grabando, aún no viene lo fuerte, los pilotos ya están nerviosos, tienen que tenerlo todo a punto para dentro de un par de minutos hacer una gran salida. No se puede fastidiar este momento.

Oyes el rugido de los motores, los pilotos aparecen en la recta principal. Tratan de deslizar los coches cuanto más mejor, cuanta más temperatura en los neumáticos mejor salida harás, contando, claro está, que juegues bien con los pedales.

Pegan acelerones delante de ti, se colocan, tus pulsaciones suben una barbaridad, se paraliza todo, sólo notas tu agitada respiración contrayendo el pecho y volviéndolo a expandir.

Ya tienes agarrada tu cámara prepara delante de ti, a través de la pantalla digital puedes ver lo mismo pero más pequeño. Evidentemente ella no puede sentir nada pero tú sí que puedes y lo que sientes no es poco.

Llevas esperando esto tanto tiempo desde que aquel gran premio de Abu Dhabi cerró el anterior campeonato..

los motores gruñen, se amenazan, los pilotos agarran sus volantes con fuerza, preparan todos sus sentidos, todos ellos están puesto en su pide derecho y en la pista que hay delante de ellos.

Sus cerebros están procesando mucha información en décimas de segundo, están repasando que línea de carrera iban a tomar, por donde adelantarán.

En unos segundos 20 coches van a lanzarse como lobos en una guerra campal en la que el más débil es el que peor parte se lleva, los más astutos encontrarán esos huecos imposibles, los más atrevidos nos congelarán el corazón y nos sacarán un aplauso.

Los de detrás no ven casi nada y tienen que confiar en que nadie la líe demasiado por delante. Unos pocos metros para tantos coches al mismo tiempo, ¿Qué locura no?, estos tipos están locos, quien en su sano juicio haría esto.

Tú pagas por verlo, porque es tu pasión, porque lo llevas en la sangre, porque lo vives y lo sientes, no hay nada mejor que esta sensación.

El calor te abrasa la nuca pero por fortuna tienes la gorra que te protege la cabeza, tu cámara graba la tensión y tu mano agarra más fuerte la misma.

Y de repente, en un momento, que para cualquier otra cosa de la vida es insignificante, miles de caballos de potencia se unen en una sinfonía calcada, en un estruendo que todo lo cura.


Se apaga el semáforo.

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