SUZUKA
2006
Hay
veces que el destino tiene algo guardado para ti, a veces, la suerte
se pone de tu lado y las cosas salen bien, tú fuerzas la maquinaria
para que las circunstancias se den y algo bueno ocurra, a veces
simplemente las casualidades aparecen y cambias el devenir de las
cosas.
Es
lo que pasó en este gran premio, uno que estuvo dominado por
Ferrari, el penúltimo de aquel año. Ferrari y Michael venían de
hacer buenas carreras y pelearle el título a Fernando y Renault
hasta tal punto que en la clasificación de pilotos el heptacampeón
ya había pasado al asturiano.
El
sábado, en la sesión de clasificación, los Ferrari, autoritarios,
se colocaron al frente de la parrilla, ocuparon las dos primeras
filas y su demostración de efectividad y ritmo era un aviso al
campeón Alonso de que iba a sufrir para ganar este mundial, ya
estaba sufriendo bastante con decisiones extradeportivas.
Para
colmo, los dos Toyota se colaron también para terminar de complicar
el trabajo a Fernando. ¿Qué podía hacer el asturiano en aquella
difícil situación?, lo que él mejor sabe hacer, desplegar su
talento e ir a por todas.
Su
salida fue rápida pero los Toyota de Ralf y Trulli le taponaron
rápidamente y no pudo avanzar posiciones, parecía como si se
hubieran confabulado en su contra pero no, simplemente no quisieron
dejarle pasar fácilmente.
Pero
se los terminó quitando. Schumacher no tardó demasiadas vueltas en
quitarse a Massa de en medio, que casi se apartó porque el alemán
necesitaba esa posición urgentemente mientras su principal rival por
el título se pegaba con los Toyota en la tarea de que los Ferrari no
se le marcharan.
Fernando
fue a por todas, una vez los dos monoplazas Toyota, el de Trulli y
Ralf, estaban fuera del camino por la victoria y el mundial, fue a
por el brasileño Massa. Le pasó en la parada de boxes, rápidas y
efectivas como nos tuvo acostumbrados Renault, no fallando en el
momento decisivo del cambio de neumáticos y repostaje (por entonces
aún se llenaba el depósito de combustible en las paradas).
Y
de repente, Fernando se encontró el camino libre a por Michael
Schumacher, el alemán, el heptacampeón del mundo que aunque estaba
jugando con más ayudas de las permitidas, no iba a dejarle que por
eso le ganara la partida, no iba a dejar ganar a la FIA, no pensaba
hacerlo.
Comenzó
a acelerar el ritmo, una vuelta tras otra, a velocidad de
clasificación, calcando tiempos y ritmo al de Schumacher.
Comenzó
a recortarle la diferencia, al principio el kaiser sabía que tenía
una distancia cómoda pero Alonso, que no iba a tirar la toalla
porque simplemente no iba a dejar a Michael ganar, comenzó a
reducirla.
Jean
Todt seguramente comenzó a ponerse nervioso cuando vio que la
tranquilidad que el liderazgo sólido del alemán otorgaba comenzaba
a apagarse, Briatore, confiando que en su espadachín estrella
pudiera vencer a los intocables Ferrari que tanto habían mejorado
sonreía.
La
perserverancia del piloto español tuvo éxito, quebró algo en
Ferrari, concretamente el motor. A falta de 16 vueltas el corazón
del Ferrari de Michael echó un humo blanco, que significaba que las
aspiraciones de Schumacher al octavo título pasaban de ser
importantes a ser nulas.
Así
de rápido cambia la vida en la Fórmula 1, pasas de estar en la cima
y gozar de tranquilidad y éxito a perderlo todo sin más. Aquella
carrera sentenció el mundial y Fernando lo celebró a lo grande con
los suyos, no era para menos, estaba a punto de retirar a uno de los
mejores pilotos de la historia.