VALENCIA
2012
Érase
un 24 de junio de 2012, un caluroso domingo en el que Valencia estaba
vestida de los colores de su bandera comunal, un día en el que un
piloto asturiano haría historia, un día que jamás olvidaría
nadie.
La
grada estaba de pie, mientras los segundos contaban hacia atrás
esperando a que la señal diera el paso a la retirada de mecánicos e
ingenieros. Los pilotos comenzaban la vuelta de formación, el
silencio embaucaba todo el circuito, silencio más que relativo ya
que 24 pilotos estaban zigzagueando por el circuito calentando sus
coches.
Se
paran delante de la tirbuna principal, nadie habla, todos de pie,
emoción y tensión contenida, las cámaras graban, los corazones
laten como uno solo, miles de miradas puestas en el piloto que sale
11º, esperanzados...
se
da el comienzo de la carrera, en unos 5 segundos ya no hay coches
delante, los motores rugen alejándose del pitlane y las pantallas
gigantes son ahora nuestras aliadas.
Pasan
las vueltas, esto no es lo mismo que en casa as´que hay que estar
atento, a cada paso del asturiano por la recta principal se oyen
vítores y gritos.
Las
vueltas pasan, se suceden las paradas, la carrera tiene la duración
de siempre pero se pasa más rápido, un piloto de rojo pasa a uno
detrás de otro sin parar, sin más, los va dejando clavados a todos,
adelantamientos impresionantes.
La
gente no termina de entender pero es Alonso quien asciende puestos
como un rayo y eso es suficiente para que la gente aplauda y chille.
Pasa por delante del pitlane y la gente se levanta, chilla, agita el
puño.
La
realización muestra dos abandonos separados por pocas vueltas, el de
rojo se pone líder, la grada se anima mucho más.
Vuelta
final, última curva, Alonso pasa por meta, vencedor increíble del
gp de mi tierra, la grada estalla, ni si quiera puedo verle bien pero
sí puedo grabar su entrada triunfal. Son momentos increíbles, toda
la grada está de pie. Todos aplauden, gritan “¡Aloooooonso,
Aloooooonso!”, apenas puedo sostener la cámara de la emoción.
Aunque
no veo bien el podio está emocionado, a sus lados hay dos cracks,
podio inolvidable. Experiencia única.
En
el tranvía de vuelta a casa pienso en lo que he vivido esa tarde,
sonrío, se me nubla la vista, me bajo la visera de mi gorra roja y
me siento orgulloso de lo que siento y de lo que soy.
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