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domingo, 16 de noviembre de 2014

Relatos F1, primera parte.

VALENCIA 2012

Érase un 24 de junio de 2012, un caluroso domingo en el que Valencia estaba vestida de los colores de su bandera comunal, un día en el que un piloto asturiano haría historia, un día que jamás olvidaría nadie.

La grada estaba de pie, mientras los segundos contaban hacia atrás esperando a que la señal diera el paso a la retirada de mecánicos e ingenieros. Los pilotos comenzaban la vuelta de formación, el silencio embaucaba todo el circuito, silencio más que relativo ya que 24 pilotos estaban zigzagueando por el circuito calentando sus coches.

Se paran delante de la tirbuna principal, nadie habla, todos de pie, emoción y tensión contenida, las cámaras graban, los corazones laten como uno solo, miles de miradas puestas en el piloto que sale 11º, esperanzados...

se da el comienzo de la carrera, en unos 5 segundos ya no hay coches delante, los motores rugen alejándose del pitlane y las pantallas gigantes son ahora nuestras aliadas.

Pasan las vueltas, esto no es lo mismo que en casa as´que hay que estar atento, a cada paso del asturiano por la recta principal se oyen vítores y gritos.

Las vueltas pasan, se suceden las paradas, la carrera tiene la duración de siempre pero se pasa más rápido, un piloto de rojo pasa a uno detrás de otro sin parar, sin más, los va dejando clavados a todos, adelantamientos impresionantes.

La gente no termina de entender pero es Alonso quien asciende puestos como un rayo y eso es suficiente para que la gente aplauda y chille. Pasa por delante del pitlane y la gente se levanta, chilla, agita el puño.

La realización muestra dos abandonos separados por pocas vueltas, el de rojo se pone líder, la grada se anima mucho más.

Vuelta final, última curva, Alonso pasa por meta, vencedor increíble del gp de mi tierra, la grada estalla, ni si quiera puedo verle bien pero sí puedo grabar su entrada triunfal. Son momentos increíbles, toda la grada está de pie. Todos aplauden, gritan “¡Aloooooonso, Aloooooonso!”, apenas puedo sostener la cámara de la emoción.

Aunque no veo bien el podio está emocionado, a sus lados hay dos cracks, podio inolvidable. Experiencia única.

En el tranvía de vuelta a casa pienso en lo que he vivido esa tarde, sonrío, se me nubla la vista, me bajo la visera de mi gorra roja y me siento orgulloso de lo que siento y de lo que soy.


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